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Guitarra negra Songtext
von Alfredo Zitarrosa

Guitarra negra Songtext

¿Cómo haré para tomarte en mis adentros, guitarra?
¿Cómo haré para que sientas mi torpe amor
Mis ganas de sonarte entera y mía?
¿Cómo se toca tu carne de aire, tu oloroso tacto
Tu corazón sin hambre, tu silencio en el puente
Tu cuerda quinta, tu bordón macho y oscuro
Tus parientes cantores
Tus tres almas, conversadoras como niñas?

Toca la guitarra negra, tócala
Tócala

¿Cómo se puede amarte sin dolor, sin apuro, sin testigos
Sin manos que te ofendan?
¿Cómo traspasarte mis hombres y mujeres bien queridos, guitarra?
Mis amores ajenos, mi certeza de amarte como pocos
¿Cómo entregarte todos esos nombres y esa sangre
Sin inundar tu corazón de sombras, de temblores y muerte
De ceniza, de soledad y rabia, de silencio, de lágrimas idiotas?


Hoy anduvo la muerte buscando entre mis libros alguna cosa
Hoy por la tarde anduvo, entre papeles, averiguando cómo he sido
Cómo ha sido mi vida, cuánto tiempo perdí
Cómo escribía cuando había verduleros que venían de las quintas
Cuando tenía dos novias, un lindo jopo
Dos pares de zapatos, cuando no había televisión
Ese mundo a los pies violento, imbécil, abrumador
Esa novela canallesca escrita por un loco

Toca la guitarra negra, tócala
Tócala

Hoy anduvo la muerte entre mis libros buscando mi pasado
Buscando los veranos del 40, los muchachitos bajo la manguera
Las siestas clandestinas, los plátanos del barrio, asesinados
Tallados en el alma

Hoy anduvo la muerte revisando mi abono del tranvía
Mis amigos, sus nombres, las noches del Café Montevideo
Las encomiendas por la onda con olor a estofado
Revisando a mi padre, su Berreta, su baldomir
Revisando a mi madre, su hemiplejia
Al Uruguay batllista, a Arístides querido
A mis anarcos queridos
Bajo bandera, bajo mortaja
Bajo vinos y versos interminables


Hoy anduvo la muerte revisando los ruidos del teléfono
Distintos bajo los dedos índices, las fotos
El termómetro, los muertos y los vivos
Los pálidos fantasmas que me habitan
Sus pies y manos múltiples, sus ojos y sus dientes
Bajo sospecha de subversión

Y no halló nada
No pudo hallar a Batlle, ni a mi padre, ni a mi madre
Ni a Marx, ni a Arístides, ni a Lenin
Ni al Príncipe Kropotkin, ni al Uruguay ni a nadie
Ni a los muertos Fernández más recientes
A mí tampoco me encontró
Yo había tomado un ómnibus al cerro e iba sentado al lado de la vida
Pasé frente al nocturno y la vida había pintado unos carteles
Pregunté en una esquina por la hora
Y en la bolsa del hombre que me dijo la hora
Iba la vida, junto con su almuerzo

Hoy dejaré las puertas y las ventanas de mi casa abiertas
Y la noche entrará por todas las ventanas de mi casa
Por todas las ventanas de todo el barrio
Por todas las ventanas de todos los cuarteles y de todas las cárceles,
Por todas las ventanas de los hospitales
La noche entrará, cabeceando
Saltará para adentro, sombra a sombra a la luz del farol
Y se echará en el piso como un perro
Y aguardará hasta la madrugada
Hoy dejaré las puertas y las ventanas de mi casa, abiertas
Para siempre

Toca la guitarra negra, tócala
Tócala

Mi corazón está mejor sitiado que mi casa
Mi casa, más cercada que mi barrio
Mi barrio, cercado por mi Pueblo
En mi barrio vive el Presidente, cercado por un muro casi derrumbado

Temblando, con el frontal partido por el marrón
Por el marronero, cae sobre sus costillas
Pesada como un mundo, la res
Cae con estrépito, de bruces sobre el cemento
Balando al descuajarse su osamenta
Ya sólo un pobre costillar enorme
Ya sólo un pobre cuero y sangre
Media tonelada de huesos astillados
Hincados en toda esa vida
Temblorosa y atónita

Ahí se va alzando, como un pesado pingajo
Atrapada por la pata por un gancho que le salta arriba
Que la alza por un ojal abierto en el garrón de un cuchillazo
En plena estupidez sentimental
En plena media tonelada de monstruoso dolor
Incomprensible, absurdo
Balando, plañidera y tonta
Como un escarabajo que no piensa
Mientras medita lentamente por qué duele tanto
Y por qué duele qué parte de quién que es ella misma, la res
Abierta al descuartizamiento atroz por todas partes
Que nunca habían dolido y que eran tantas partes, tan extensas
Y que pastando nunca habían dolido
Haciendo leche, esperma, músculos, crin y cuero
Y cornamenta viva, que eran la vida misma manando hacia sus adentros
Vibrando tiernamente como un sol cálido hacia sus adentros
Y nunca habían dolido

Ya está colgada
Las patas delanteras se enderezan
Se endurecen y avanzan hacia adelante y hacia arriba
Implorantes y fatalmente rígidas
Rematadas en cortas pezuñas que hace un instante
Amasaban el barro del corral
El estiércol de otros cien balidos
Dinosaurios del siglo de las máquinas
Nacidos para morir de un marronazo
Ahora ya es carne azul colgada en la heladera:
"Uruguay For export"

Aquella res, que murió de un marronazo
Cayó y tembló todo el frigorífico
Aquella otra res que recibió el marronazo en plena frente
De dos dedos de espesor, mientras entraba al tubo desconfiando
Porque allí no había pasto, alcanzó a comprender que
Había otra res delante, balando, que ya se la llevaba el gancho
Y cayó detrás, también, y el cemento tembló bajo esos huesos
Aquella otra res, que esquivó el marronazo
Y que cayó también, con un ojo reventado y una guampa partida
Deshecha, también cayó y tembló la tierra
Tembló el marrón, tembló el marronero; la res
Murió temblando de dolor y de miedo
De un marronazo en plena frente "for export"
Del Uruguay

Toca la guitarra negra, tócala
Tócala

En la punta del agua
Una flor blanca, luminosa, de quince dólares
Se hace chispa, se abulta, se diluye
Chorrea entre otras flores más pequeñas
Llora, se agita, la catapulta el chorro de agua
Y sube como bola en el aire

Está naciendo siempre, mientras el agua canta
En esa fuente de la boîte
Entre aplausitos, al compás de la orquesta
Blanda flor blanca, acuosa, nostalgiosa en el aire
Subida en los plausos como espitada, hendida, empitonada
Gime y llora en la noche, tira estrellas bailando bajo el humo
Renace, llora por el chorro azul-blanco de la fuente
Como si fuera planta que la cría -y que no es-
Y sin embargo, así seguirá abriéndose, muriendo
Hinchándose y flotando, mientras duren la noche
Su belleza infantil de ingeniería
Su blando corazón bajo el foquillo fijo y lechoso
El gringo, el chorro de agua a precio
El aire de importación, esas hembras, el mozo,
Esos señores

Hace un buen rato ya que doy trabajo
Y vengo acostumbrándome al desuso de mi alma
A la razón del enemigo, a mis sesenta cigarrillos diarios
A las malas costumbres de mis canciones
Que de algún modo siempre fueron nuestras
Vos lo sabés, Guitarra Negra

Hoy reanudo en un cómico enderezo
La hora de ayer parada en su nostalgia
Me hacen sufrir las alas que me puse para volar
Mas grito y se alzan
Gimo y me acompañan
Río y baten de a dos
Como que están amándose y se odian
Sin embargo mis dos alas se odian
Se enderezan, se hacen amigas mías para llevarme por todas partes
Allá está la canción, aquí la nada
Más allá el Pueblo y más acá el Amor

Pero el Pueblo está también más acá
Y antes estaba allá también
Detrás del Pueblo el Pueblo
Hemos viajado por todos mis caprichos
Y el Pueblo osando el piso
Amándose con alas como las mías
Odiando su destino
Odiándome y amándome sin alas
Con millones de pies
Con manos y cabezas y lenguas
Y sus mil bocas dicen:
"Ahora, la suerte ya está echada..."

La mariposa viene hacia mí en la calle
En el aire húmedo
Por el aire húmedo bailando, por el aire agobiante, ominoso
Bailando en el aire caliente
Y yo vi que no era a mí a quien buscaba sino a la muerte
Y que no buscaba la muerte también vi
Porque no era mariposa de la ciudad de hierro, ni nacida para eso
Sino que era mariposa nada más, en la ciudad
Presa y ya muerta de antemano
Fatalmente
Buscando en ese bailar loco y frágil
Un ala, un grano, una pizca de polen en el cemento
Porque la mariposa nace
Y no aprende nada hasta que muere en cualquier sitio
Herida de muerte por su semana justa
Por su tiempo preciso
Por su sorbito de vida ya bebida
Eso no es tan triste
Triste es ver su cadena de huevos en el hollín
Depositados junto a un río de aceite
A la sombra de las altas paredes de cemento
Su cadena de huevos de seda

Hago falta
Yo siento que la vida se agita nerviosa si no comparezco
Si no estoy
Siento que hay un sitio para mí en la fila
Que se ve ese vacío, que hay una respiración que falta
Que defraudo una espera
Siento la tristeza o la ira inexpresada del compañero
El amor del que me aguarda lastimado
Falta mi cara en la gráfica del Pueblo
Mi voz en la consigna, en el canto, en la pasión de andar
Mis piernas en la marcha, mis zapatos hollando el polvo
Los ojos míos en la contemplación del mañana
Mis manos en la bandera
En el martillo, en la guitarra
Mi lengua en el idioma de todos
El gesto de mi cara en la honda preocupación de mis hermanos

¿Cómo haré para tomarte en mis adentros, guitarra?
Guitarra negra
Dice Enrique, mi hermano
Que hay cierto perro hundido que se lame mansamente y nos lame
Lamiéndose, una herida quieta allá al fondo sentado en su escalón
Y dice más mi hermano el otro Enrique, en Praga
Dice que amarte con certeza, hacerte enteramente hembra
Darte lo que de vida tengan mis urgencias
Será amar más y más a Jaime
Amarlo, más de veras
Por su alma, su propio perro mordedor
Bajo el garrote, el cable, el puñetazo
La bolsa de arpillera
El plantón y el insulto
La olvidada mejilla que no ponen ni él ni nadie a golpear
Sino con hambre y Rita y José Luis
Con Gerardo y Raúl y Rosa y Sara y Mauricio
Y por todos nuestros muertos

Y he sabido, guitarra
Que este otro perro que criaste
Ladrador, campesino, a veces manso o vigilante
Que roe su propio hueso en la penumbra y gruñe
Cual casi todo perro popular, vagará por tus anchas veredas
Tus milongas sangrantes
Hasta morir también
Tal vez un día
De Soledad y rabia
De ternura
O de algún violento amor; de amor
Sin duda

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